Esta pregunta la comencé a escuchar de boca de mi círculo familiar más cercano por allá en la época de quinceañera y estaba finalizando mis estudios de bachillerato, y también yo me la hacía- no guardando relación, aclaro, con mi estatura- sino con lo que encierra este “adjetivo” muy utilizada por nosotros los colombianos, y la respuesta la tenía bien clara: “la mejor chef del mundo”

Y hoy cuando ya estoy al borde de mis 35 años y disfruto de esos centímetros de más del promedio femenino colombiano, que la naturaleza, el universo, Dios, llámalo como quiera –soy alta en estatura aclaro- la respuesta sigue siendo la misma pero ahora con un enfoque diferente.

Cuando tenía esos juveniles 16 años, y le sacaba “jugo” a esa ventaja de centímetros que me dio la vida y disfrutaba de esas actividades deportivas como el básquet, el volleyball y que fueron motivos suficientes para “descuidar” un poquito las asignaturas propias de estudiante de esas épocas, (geometría, algebra, cálculo, historia, física y no sigo nombrando materias), me comencé hacer “en serio” la misma pregunta con la que titulo este post.

Pero en ese tiempo de comienzos del siglo XXI que estábamos viviendo la respuesta obvia era diferente, aunque confieso, el amor por la cocina y sus ingredientes ya retumbaban en mi mente, además considero también pudo ser tu caso, ahora que lees me entiendes, que toda tu familia, vecinos y conocidos, incluso aparecen esos tíos perdidos, a decirte que tienes que estudiar y te llenan de fantasías explicándote por qué tenías que estudiar determinada “carrera”, la respuesta siempre en ese momento y te hablo del año 2000 era: “mijita estudie algo que de plata”.

“Bueno si los mayores me dicen eso es porque debe ser así” era mi reflexión en esa época.

Afortunadamente y dado mi interés por no conformarme con lo que uno aprende de la opinión de los demás, aclarando que eso también es muy importante, empecé a buscar, investigar las diferentes carreras, universidades, cursos, infinidad de cosas, y nada me gustaba, nada me llamaba la atención.

Pero se me acercaba la hora de escoger algo y obvio, empecé a estudiar lo que me aconsejaron propios y extraños: “Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras” en la Universidad Externado de Colombia. Convencida que esa era mi carrera, y porque en ese momento, en cuarto semestre veíamos el módulo de cocina.

Hice tres semestres, pasándolos como decimos popularmente “raspados”. No me sentía plena, era un vacío inmenso y una pesadez al ir a estudiar, una sensación horrible.

Así que empecé con mi amigo Google, a investigar donde estudiar Gastronomía, tenía varios objetivos mi búsqueda:

1. Que fuera en el exterior y no en mi país Colombia. Meta: México.

2. Que me costara lo mismo, que se estaba pagando por semestre en la Universidad donde estaba estudiando.

3. Que mi título valiera acá en Colombia, cuando regresara.

Con ese plan de acción ya definido, cosa que hice a “escondidas” de Fanny mi mamá y Ciro Alejandro mi hermano y sabiendo de antemano que ellos son administradores, financieros y economistas, y que gustan de los cuadros formateados en Excel, confieso no me gustan para nada elaborar esos cuadros, aunque son muy útiles y con los pocos conocimientos que tenia de esa herramienta les hice uno, misión cumplida pensé en ese momento.

Preparé muy bien mi “conferencia” y les hice una presentación haciéndoles una comparación de costos de los dos lados: Una seguir estudiando en Colombia algo que no llenaba totalmente mis expectativas y la otra la que yo había investigado y que cumplía con la realización de mis sueños que siempre tuve desde niña.

Nunca voy a olvidar la cara que colocaron cuando los reuní una noche con cita previa en el apartamento para presentarles mi plan de vida, estaba yo optimista y decidida, terminé mi exposición y vaya que sorpresa: mi hermanito frunciendo el ceño y arrugando entre sus manos la cara y mi mama tan expresiva siguiéndole la corriente abriendo sus ojos con cara de seria, mejor dicho, para resumirles y no alargarles la anécdota me dijeron de todo, que yo estaba loca, que estaba desubicada, que de que iba a vivir porque ellos no me iban a mantener toda la vida, que esa profesión “gastronomía” que era.

Bueno, a escondidas también había aplazado un semestre ya en la universidad, así que no había vuelta de hoja, para ese momento era si o si, no había tiempo de llorar como dicen los decididos.

El único inconveniente, en ese momento era que, en el instituto en Puebla, México, me solicitaban ir personalmente para hacer unas pruebas de ingreso, matricularme y pues plata no había para hacer toda esa cantidad de tramites mucho menos para la visa y pasajes.

Así que plan B: buscar otro lado, pero yo estaba nublada y enceguecida que tenía que ser allá en México lindo y querido como dicen los mariachis.

Un domingo, mi Tía Corina Jaimes nos invitó a su casa a almorzar un delicioso almuerzo italiano junto con mis primos (sus hijos Orlando y Graciela), y en medio de ese suculento almuerzo les comenté de mis planes para estudiar gastronomía en el extranjero, mi mamá y mi hermanito al frente de la mesa “calladitos” pero me miraban con ese mensaje en sus ojos “usted está loca”, hoy me rio de esos momentos.

Mi primo Orlando Bindi más aterrizado con mis planteamientos recuerdo que me dijo: “porque no miras Argentina, tiene fama de tener muy buena comida y buenas academias para estudiar esa carrera y además el cambio de moneda en este momento es favorable para nosotros”.

Estaba dudosa, pero termine averiguando, “al que le gusta le sabe” como dicen en el Valle del Cauca y “al que le van a dar le guardan” como bien decimos los colombianos. No estaba vencida.

Encontré un instituto en Argentina, que cumplía con mis objetivos iniciales, y me dejaba hacer todo el tramite de matrícula desde internet, así que punto ganador. Sin pensarlo dos veces, convencí a mis dos patrocinadores mi mama Fanny y a mi hermano Ciro Alejandro, y compre tiquete para Buenos Aires, recuerdo bien que viaje en agosto 8 de 2.003 y durante el tiempo de vuelo Bogotá- Buenos Aires casi 8 horas, con lágrimas en los ojos por mi cabeza retumbaban las palabras de advertencia de mi hermanito “Si te regresas con el rabo entre las piernas sin los objetivos cumplidos no te pagaré más estudio”.

Se acercaba la fecha, y pensé que tenía planeado todo, que va, se me había olvidado la más importante, ¿dónde me iba a quedar? ¿dónde me iba a hospedar? Tremendo error, pero para el que tiene sueños no hay imposibles.

Los dioses del olimpo estaban alineados conmigo, ya que a una semana antes de irme y con el reloj tic tac tic tac avanzando y restando, mi hermano se acordó que tenia una conocida por internet, que vivía en Buenos Aires: Mónica Ojeda, me dio su mail y le escribí.

Mónica me recibió con los brazos abiertos, sin conocernos, sin saber quiénes éramos, que buen detalle eso nunca lo olvidaré.

Cuento mi historia para motivar a todos aquellos jóvenes de ahora para que nunca dejen de “luchar” por sus sueños, por estudiar lo que les gusta, lo que les apasiona, el que persevera alcanza, no hay que desfallecer porque el camino al cielo está lleno de pequeños infiernitos, hoy tienen el mundo en sus manos con las redes sociales y las deben utilizar para conquistar el mundo.

Pues me fui, lloré, era la primera vez que viajaba sola, con poca plata, porque en ese momento de vida no teníamos presupuesto de nada, pero si había muchas ganas de ser lo que me apasionaba ser. No bien visto por muchos, porque me salí de la zona profesional de la familia, así que quien me iba a ayudar a encontrar trabajo, la respuesta era yo misma, y mi capacidad de no dejarme hundir.

Te preguntaras, porque no estudie gastronomía acá en Colombia. Mi respuesta era y seguirá siendo, me quería comer el mundo a dos manos. En ese momento para mi profesión, existía solo el SENA, para mi el mejor instituto en esa y muchas otras áreas técnicas, pero no era lo que yo y mis mariposas en el estomago buscábamos.

Hoy después de muchos andares, de estudiar, conocer, trabajar en muchos restaurantes y hoteles, de ser independiente en esta profesión, te digo que no me equivoqué en ese momento. Con pocos recursos económicos, me abrí una puerta, que hoy le enseño a mis hijas a que no hay obstáculo más grande que uno mismo para hacer sus cosas y cumplir sus sueños.

Ahora en Colombia existen infinidad de escuelas, institutos y hasta universidades, que tienen esta carrera, y todas las que derivan el mundo HORECA (hoteles, restaurantes y catering).

Te voy a mencionar algunos que conozco y que desde mi punto de vista puedes averiguar, no se precios, porque tu tienes que conocer tu presupuesto y tu meta final, después de estudiar.

Te repito, debe haber muchas más, pero que yo conozca y haya escuchado hablar, te nombro estas.

Universidad de la Sabana

LCI Bogotá

SENA: Para mí, da las mejores bases de la cocina.

Instituto Mariano Moreno

Escuela EGO: está ubicada en eje cafetero y Valle del Cauca.

No te doy mi punto de vista, pues cada uno debe escoger dependiendo de sus factores de vida, en este momento eso si te digo “que las mariposas del estómago te ayuden”.

Ahora, ¿qué hice yo?, que de pronto te sirva también a ti. Me fui a estudiar a Buenos Aires, obtuve mi diploma de Gastronomía y me devolví a Colombia, no me devolví “con el rabo entre las piernas” como me lo sentenció mi hermano si fracasaba o me aburría, empecé a trabajar, y empecé a conocer y a identificar que rama de todas las que tiene este mundo me gustaba más. Y así, comencé a especializarme con diferentes cursos, porque el mundo gastronómico es un mundo en constante movimiento y hay que estar al día.

Alguna vez, un jefe mío me dijo: “Catalina, usted está más preparada que un kumis”, yo lo tomé como un cumplido, y aquí sigo, capacitándome cada día más en el tema. Nunca hay que parar de estudiar, porque siempre vienen las nuevas generaciones y están más actualizadas.

Para cursos, hay muchos lugares y personas que dictan. Aquí te puedes valer también que no solo por la pandemia hay cursos virtuales (algunos gratuitos), que las redes sociales han sacado a todos de nuestra zona de confort y que ahora hay para aprender y estudiar por donde mires.

Por ejemplo:

SENA: Tiene cursos virtuales muy buenos, te dan certificado, es solo para colombianos.

Mad Diseño Gastronómico: Acaba de sacar una aplicación y una página solo de cursos virtuales que está de lujo. Esta profesional, es una dura en la pastelería, además que brinda asesorías para montar tu negocio.

Vainilla Cakes: Muy buena en lo que a mi respecta de Tortas y ahora también va a incursionar en cursos virtuales.

Marcela Ávila: Tiene un programa de “Finanzas para Pasteleros”, ahora es virtual, además que tiene otros programas. Te digo de corazón, vale la pena escuchar a esta mujer y toca un tema que a pocos nos gusta, y son los números reales para ganar dinero con esto.

Bueno acá me podría quedar, dándote mis recomendaciones virtuales en este momento.

Cuando ya podamos volver físicamente, te cuento que lugares tienen cursos muy buenos y además te certifican.

Si conoces algún otro sitio o persona que quieras recomendar, házmelo saber.

Un abrazo y nunca dejes de luchar por tus sueños porque como bien dice el autor brasilero Paulo Cohelo “Tus sueños se cumplen si mantienes tus compromisos diarios con ellos” …repito DIARIOS

Hasta la próxima

Catalina Verónica Pérez Jaimes.